Las oraciones llegan al cielo
Las oraciones de las Madres de la Cruz son escuchadas por Mi Padre Celestial. Son una fragancia dulce que llega al cielo. Estas madres son los lirios blancos de Mi Padre. Han sido purificados en Mi sangre... Cree, hija mía, cree. —24/11/08.
Participen en Mi Cuerpo y Sangre
La mayoría de las personas toman Mi Cuerpo y Sangre, pero pocas desean participar en Mi Cuerpo y Sangre.
«La copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso participación en la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es participación en el Cuerpo de Cristo?»
Para llegar a ser un solo cuerpo en Mí debes responder a participar en vivir en Mi Cuerpo y Sangre. En la Eucaristía Me doy totalmente a ti y tú participas, lo cual significa que Me recibes, pero entonces debes responder a este regalo de Amor dándote tú misma a Mí. Debes darme tu sangre en sacrificio y tu cuerpo, que es tu voluntad.
En la Eucaristía Yo soy la Víctima de amor. Para que te conviertas en UN CUERPO, UNA SANGRE en Mí, debes responder a convertirte en Mi víctima de amor, víctima unida como UNA con la Víctima. Lo que se requiere de Mi criatura es su respuesta, su «fíat», entonces el poder de Mi Espíritu, el Espíritu Santo, produce esta unión perfecta. Es a los pies de la Cruz, con Mi madre, que recibes la efusión del Espíritu Santo de Mi costado traspasado. Es Él quien te llevará por el camino estrecho de Mi Cruz a la unión perfecta en Mí. (El perfecto camino estrecho desde los pies de Jesús crucificado hasta recibir Su beso) —6/26/1, Corpus Christi. Camino p.168.