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Fe, Apoyado en la Esperanza Creyó contra Toda Esperanza (Romanos 4:18)

  • Foto del escritor:  Lourdes Pinto
    Lourdes Pinto
  • hace 5 días
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Actualizado: hace 2 días

No fue lo que hizo Abraham lo que lo hizo justo ante Dios, sino su fe en las palabras que Dios le habló. Cuando el fuego del Espíritu Santo nos convence de la verdad de todas las palabras que Dios le ha dicho a AC, nuestra fe y esperanza se vuelven extraordinarias. ¡Esta es la fe que se necesita en el mundo hoy para vivir en el poder de Dios!


Fe: «Apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza» (Romanos 4, 18)

23/10/25

 

San Pablo, en su carta a los Romanos, destaca la fe de Abraham:

“Abrahán creyó a Dios y le fue contado como justicia.” 4A alguien que trabaja, el jornal no se le cuenta como gracia, sino como algo debido; (Romanos 4, 3-4)

No fue lo que Abraham hizo lo que lo hizo justo ante los ojos de Dios, sino que creyó en las palabras que Dios le dijo. Apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza (4,18). Aunque Abraham tenía 100 años y Sara 90, creyó que sus descendientes serían tan numerosos como las estrellas del cielo. Creyó que se convertiría en padre de muchas naciones (Génesis 15, 5-6). Por lo tanto, no fue lo que hizo lo que lo hizo justo, sino su extraordinaria fe, ya que no dudó de la palabra de Dios, aunque era humanamente imposible.

Ante la promesa divina no cedió a la incredulidad, sino que se fortaleció en la fe, dando gloria a Dios, 21pues estaba persuadido de que Dios es capaz de hacer lo que promete22por lo cual le fue contado como justicia.(Romanos 4, 20-22)

El jueves, mientras María y yo conducíamos desde Georgia a Miami, tuvimos la bendición de hablar con Jack. Jack y Ammie están viviendo este momento de prueba y gran sufrimiento por el cáncer cerebral de Jack con una fe y una esperanza extraordinarias. Recibimos el dolor de Jack mientras derramaba lágrimas de esposo y padre que desea proveer y ayudar a su familia, lágrimas de preocupación por su futuro. Y en ese momento, al igual que Aarón y Hur sostuvieron las manos de Moisés en oración, María y yo le dimos a Jack el apoyo que necesitaba para permanecer en Amor crucificado, sufriendo como un solo corazón con Él. Los israelitas derrotaron a Amalec gracias a la intercesión de Moisés con los brazos extendidos (Éxodo 17,8-13). Le recordamos a Jack las palabras que nuestro Señor nos dijo sobre el poder de sus lágrimas, vividas en unión a las de Cristo y María, como fuente de la gracia viva de Dios derramándose sobre su familia. Jack y Ammie, al igual que Abraham, han de confiar incondicionalmente en las promesas que Dios nos ha hecho. ¡Cree, hija/hijo mío, cree!

Vuestras vidas, vuestros cuerpos, vuestra sangre, y vuestras lágrimas unidos en Mí, producen un torrente vivo de gracia que brota de Mi Corazón Traspasado. 30/8/12

Vuestras lágrimas y dolores de corazón, poseen el poder de Dios para bendecir al mundo. 5/7/12

Dios está permitiendo que Jack no pueda hacer mucho. No puede ayudar a Ammie con los niños, ni con gran parte del trabajo diario que requiere el hogar. Le cuesta recordar cosas y comunicarse. La voluntad de Dios para él ahora es que descanse en la palma de las manos de Dios, creyendo sin lugar a dudas que Él está presente y obrando en este momento en la familia de Jack y Ammie, proporcionándoles todas las gracias que necesitan. La fe y la esperanza de ambos se están perfeccionando en esta prueba de la vida. Deben permanecer en el asiento del copiloto, dejando que Cristo sea el conductor en este viaje, creyendo sin lugar a dudas en el amor y la presencia infinitos de Dios, y que este viaje, por muy doloroso y difícil que sea, los llevará a todos al cielo como santos de Dios en estos tiempos finales.

Es por medio de la fe y la esperanza en cada momento de nuestras vidas, sea lo que sea lo que estemos viviendo, creyendo que Dios nos ama, que está presente en el ahora, obrando por nuestro mayor bien y conduciéndonos a nuestro hogar celestial, el paraíso, para vivir eternamente en santa bienaventuranza, que experimentamos el abandono en Dios. La paz y la alegría son el fruto de esta fe extraordinaria, porque, como me recordó Macu, la paz es Cristo y, por lo tanto, cuando vivimos por Él, con Él y en Él en cada momento, experimentamos gozo.

Jesús nos dijo el 9 de julio del 2012:

Confía, porque no hay sufrimiento que Yo permita que no te lleve a la unión de amor que deseo. Confía en el poder de sufrirlo todo siendo UNA conmigo. Es este poder el que prenderá fuego al mundo con Mi Espíritu.

¿Hemos llegado a creer en estas Palabras pronunciadas por Cristo? Cuando el sufrimiento y las pruebas llaman a nuestra puerta, ¿lo aceptamos como un don de Dios porque estamos plenamente convencidos del amor de Dios por nosotros?

La fe, la esperanza y el amor son virtudes teologales y, por lo tanto, dones que Dios nos ha concedido. Por consiguiente, debemos rezar cada día con gran fervor, pidiendo a Dios que perfeccione y acreciente nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor. Jesús nos reveló cómo crecer en la fe cuando nos dijo estas palabras en el 9 de marzo del 2009:

Cada vez que me respondes con confianza, abres más las puertas de tu corazón, permitiéndome a Mí, Mi poder y Mi gracia llenarte cada vez más.

Debemos elegir en cada momento de nuestra vida cotidiana confiar y echar fuera nuestros miedos, ansiedades y dudas. Esto requiere que perseveremos, batallando con nosotros mismos, procesando nuestras emociones, crucificando continuamente nuestros deseos y expectativas, y eligiendo creer y esperar contra toda esperanza. Esta es la belleza de lo que Jack compartía con María y conmigo.

Mientras el Espíritu ponía en mi corazón esta reflexión sobre la fe, me hizo vivir una experiencia impactante este fin de semana que me mostró lo fácil que es que mi fe y mi esperanza se debiliten. Me enfrenté al quebranto de personas que conozco y a la forma en que pueden herir a quienes amo profundamente. Estas diferentes situaciones hicieron brotar de lo más profundo de mi corazón una ira que me consumía como un maremoto. Al reaccionar ante mi ira, inmediatamente comencé a centrarme en la falta de cambio y crecimiento en los corazones de estas diferentes personas, y sentí una profunda sensación de desesperanza. Pude ir a confesarme para arrepentirme y recibir el derramamiento de la misericordia de Jesús.

La historia de Moisés intercediendo por Josué y el ejército israelita contra Amalec es muy significativa respecto a quién soy, a mi identidad y misión como Madre de la Cruz. Moisés se cansaba de mantener los brazos extendidos en oración, y entonces el ejército de Amalec tomaba el control de la batalla. Por eso, Aarón, a un lado de Moisés, le sostenía una mano, y Hur, al otro lado, le sostenía la otra. De esta manera, los israelitas triunfaron en la batalla (Éxodo 17,8-13). Moisés prefiguraba a Jesús crucificado, la Víctima Intercesora sin mancha. Es a través del sacrificio de amor de Jesús, presente continuamente, que se está ganando la gran batalla actual entre las fuerzas del bien y del mal. Yo soy el alma víctima de Cristo, uno con la Víctima. Debo, como Moisés, permanecer continuamente participando en la agonía del Corazón de Jesús mediante mi unión de dolores con Él como la oración perfecta que Dios me pide. Este fin de semana, cuando mis ojos se volvieron hacia mi ira y las debilidades de los demás, mis brazos se bajaron. Perdí el enfoque de ser uno con Amor crucificado y, por lo tanto, mi fe y mi esperanza disminuyeron. Sin embargo, Dios, en Su infinita bondad, dispuso que María viniera a mi lado para ayudarme a levantar el brazo, y el P. Ron, al otro lado. Estas dos almas me ayudaron a unirme a Amor crucificado para vivir quien soy, y así mi fe y mi esperanza se fortalecieron. Mi fe nunca puede basarse en el progreso de los demás, sino que SOLO puede afianzarse en quién es Dios, Amor. No está en mi poder cambiar a nadie ni ninguna situación. Lo único que el Señor me ha pedido es que permanezca fiel a sufrirlo todo con Él en Su perfecto sacrificio de amor, y que crea que, mediante Su sacrificio, el triunfo del amor se cumplirá en la tierra como en el cielo. Si mi fe es firme, entonces seré firme en mi identidad y misión (Is 7, 9).

Jesús nos preguntó: “¿Creéis acaso que Mi muerte y resurrección fueron inútiles y carentes de poder?” La respuesta a esta pregunta es la base de nuestra fe y esperanza. Si realmente creo que Dios amó tanto al mundo que envió a su Hijo unigénito para que yo pudiera tener vida eterna, y que Jesús sacrificó voluntariamente Su vida para redimirme y restaurarme como hija de Abba, y que el poder de Su sacrificio está presente y activo por medio de la Eucaristía en cada momento de mi vida, entonces mi fe y mi esperanza están afianzadas en Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, cuyo amor y misericordia están activos y presentes en cada momento de mi vida. 

Vivir con fe y esperanza es vivir en el silencio de estar en Dios, uno con Dios. Lo que nos convierte a cada uno de nosotros en santos de Dios en estos tiempos finales no son las obras poderosas, las grandes enseñanzas ni las predicaciones impactantes, sino convertirnos, ser uno con la Víctima, creer con todo nuestro corazón, mente y fuerzas que esa unión en los dolores de Dios es el poder de Dios para transformar la Iglesia y el mundo. Creer que esta vida oculta que vivimos en nuestros corazones con Dios, sin que nadie la vea ni la conozca, es el poder más tremendo de Dios para traer Su Reino a la tierra. Creer que nuestras lágrimas, unidas a las de Cristo en los sagrarios del mundo, están afectando las vidas de innumerables almas más allá del tiempo y el espacio. Creer que ser uno con el Crucificado es ser uno con el Amor perfecto, que es el poder de Dios que ha derrotado a Satanás y penetrado toda oscuridad, y al hacernos uno con la Luz, nos convertimos en el triunfo de la Cruz en nuestras familias y en el mundo.

Estoy haciendo nuevas todas las cosas. ¿Crees acaso que Mi muerte y resurrección fueron inútiles y carentes de poder? No, pequeña Mía, estoy haciendo nuevas todas las cosas, sin embargo, pocos creen, no han llegado a conocerme a Mí, a Mi Padre y el poder del Espíritu Santo. Viven en el engaño de las mentiras y la oscuridad de Satanás. Sus dioses se han convertido en el dinero, la riqueza, el poder y el ego, pero la verdad es que Yo estoy vivo en el mundo, presente con todo Mi poder y gloria, y en el momento señalado, elegido por nuestro Padre, Yo, unido a Mi remanente fiel de almas víctimas, detendré al dragón. Muchos se perderán porque su orgullo les impidió creer en Mí, el Dios de cielos y tierra. Perseverad en la misión que os he confiado.

—Dile a Mi familia (AC) que ore por una mayor fe para creer en las palabras que he dicho (entendí Sus mensajes para nosotros). Si Mis palabras permanecen en vuestros corazones, perseveraréis a través de las muchas pruebas predestinadas para que sufráis para gloria de Dios y la salvación de innumerables almas. Deseo veros a cada uno de vosotros alegrándose SIEMPRE, en los momentos buenos y en los malos, porque habéis llegado a creer que Yo estoy con vosotros. Habéis llegado a saborear la bondad del Señor. El gozo es el fruto de la confianza, y por eso, Mis seguidores viven alabando a Dios. Mis testigos serán conocidos en el mundo a través de la luz de alabanza y gozo que irradian vuestras vidas. Pequeños Míos, creed que, en medio de esta oscuridad, estoy haciendo nuevas todas las cosas por medio de vosotros, con vosotros y en vosotros. Proclamad lo que he hecho en vosotros a través del Camino Sencillo por el que os he estado guiando. Id y sed Mis discípulos de Luz, porque la Luz ya ha vencido a las tinieblas. 14/3/19

Jesús nos pide en este mensaje que oremos para tener una fe más grande y creer en las palabras que Él nos dirige. ¿Oramos cada día para recibir la gracia de creer en todo lo que Dios nos ha dicho? ¿Oramos para que Sus palabras queden grabadas en nuestros corazones y podamos perseverar con una fe y una esperanza extraordinarias a lo largo de todas las pruebas que Dios ha predestinado a que las suframos? ¿Creemos que nuestros sufrimientos diarios, padecidos en unión con Cristo, están salvando a innumerables almas del infierno y, por lo tanto, nos estamos convirtiendo en personas de alabanza y gozo? Dios nos ha prometido que Él está haciendo nuevas todas las cosas en medio de la oscuridad y el caos que consumen nuestro mundo. Al igual que Abraham, ¿vivimos «convencidos de que Dios es capaz de hacer lo que ha prometido»?

El Corazón de Dios desea profundamente que Su pueblo sea justo. Desea que todos nosotros tengamos la fe de Abraham. Dios se siente bendecido y consolado por nuestra fe en Él, y sufre profundamente por nuestra falta de fe y esperanza en Él. Al final de la parábola de la viuda y el juez injusto, Jesús hace una pregunta que tiene el poder de llevarnos a Su Sagrado Corazón para experimentar Su profundo dolor y la sed de Su Corazón. Él pregunta:

“Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?” (Lucas 18, 8)

Dejen que esta pregunta del Corazón de Jesús penetre en sus corazones. Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra? Jesús lamenta la falta de fe del pueblo de Dios. Él sigue agonizando por la falta de fe en nuestro mundo actual y anhela nuestra rectitud. De hecho, Jesús respondió a esta pregunta en las Escrituras en un mensaje que nos dio el 15 de octubre del 2021:

Las palabras de la Escritura se están cumpliendo, “Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?” (Lc 18,8). Sí, pequeña Mía, hallaré mi remanente fiel. Serán muy pocos, pero irradiarán la luz de Dios porque han sido purificados en Mi preciosa Sangre y soportaron el tiempo de la gran persecución.

Dios nos está hablando, a nosotros, Su granito de mostaza, diciéndonos lo que está por venir, preparándonos y formándonos como Sus santos de estos tiempos finales y deseando que creamos en Sus Palabras con todo nuestro corazón, mente, alma y fuerzas, y que demos testimonio al mundo del amor de Dios por medio de nuestra fe, esperanza y amor extraordinarios. Jesús nos dijo el 23 de junio del 2021 que nuestra fe es necesaria para vivir en el poder de Dios.

Deseo que conozcas los dolores de tu Amado. Los dolores del corazón solo se revelan a la persona más cercana a nosotros, la que nos ama y a la que podemos confiarnos. Por eso, es a ti a quien le revelo lo más profundo de Mi Corazón. Mis dolores se desbordan de Mi Corazón como un torrente desbordado. Mi Corazón llora por una humanidad perdida. Busco corazones que me conozcan y me amen, pero encuentro muy pocos. El engaño de Satanás ha oscurecido el corazón y la mente humanos. Pequeña Mía, confía en Mi bondad, confía en Mi misericordia, confía en que Dios está obrando para traspasar las tinieblas de Satanás que consumen las mentes y los corazones de la humanidad. Tú, pequeña Mía, y los pocos que siguen Mi Camino sencillo de unión con Dios, sois la fuerza de Dios para derrotar a Satanás y traspasar las tinieblas de su destrucción en las almas. Tu fe es necesaria para vivir en el poder de Dios. Anima a esos pocos que siguen Mi Camino a meditar en oración Mis Palabras. Ellas os liberarán; ellas revelarán Mi Camino que os hará libres para ser Mi luz en esta oscuridad. Permaneced en Mi paz y alegría porque habéis llegado a creer en Mis Palabras que os he dicho. Seguid el Camino Sencillo que he trazado para estos tiempos oscuros, y no os extraviaréis. Cree, pequeña Mía, cree.

Cuando el fuego del Espíritu Santo nos consume y nos convence con la verdad de todas las palabras que Dios nos ha dicho, entonces nuestra fe y nuestra esperanza se vuelven extraordinarias. Nos atrevemos a ser las Madres y Misioneros de la Cruz que Él nos ha creado para ser, irradiando la luz de Dios en la tierra, incluso hasta el punto de llegar al martirio. ¡Esta es la fe que se necesita hoy en la Iglesia y en el mundo para vivir en el poder de Dios! Debemos convertirnos en los pocos que conocen el Corazón de nuestro Amado y lo aman, al elegir permanecer compartiendo Sus dolores.

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