El Camino nos enseña a unir nuestros sufrimientos con la Cruz y así compartir más íntimamente los sufrimientos del Sagrado Corazón. Es allí donde recibimos el calor de Su confort y conocemos su amor. Entonces nuestra oscuridad se desvela mientras somos purificados por nuestros sufrimientos y somos convertidos en el dulce aroma de Cristo que conforta a nuestros prójimos.
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