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La importancia de vivir nuestra consagración a María

Lourdes Pinto, adaptado de su carta a las familias  

Durante estos tiempos de gran batalla espiritual, debemos entender la importancia de VIVIR NUESTRA CONSAGRACIÓN. Durante los últimos meses he leído dos libros del Padre Kosicki: El Espíritu y la novia dicen: «¡Ven!» y Guerra espiritual: ataque contra la Mujer. Estos dos libros me han dado una comprensión más profunda de la importancia de consagrarnos y de consagrar a las familias a María, y vivir nuestra consagración. Dios nos está llamando a la santidad y creo firmemente que Dios tiene un plan especial para nuestras familias. Pero requerirá que cada uno de nosotros RESPONDA TOTALMENTE.

El Padre Kosicki escribe:

 

Creemos que la consagración a María es un paso esencial hacia el acto soberano necesario para lograr el nuevo Pentecostés. Dar este paso de consagración es una preparación necesaria para el Calvario, donde de manera corporativa experimentaremos la crucifixión como lo hizo Jesús, nuestra Cabeza. La Cruz es la fuente del poder tanto de la resurrección como de Pentecostés. Desde el Calvario nos trasladaremos al Cenáculo, donde, la Novia (nosotros), en unión con el Espíritu, «junto con María, la Madre de Jesús, y guiados por San Pedro, clamaremos «¡Ven, Señor Jesús!» —p xiv.

 

Creo que cada uno de nosotros está siendo formado y purificado por nuestra Santísima Madre para participar en el triunfo de su Corazón Inmaculado y para ayudar a salvar muchas almas. El Padre Kosicki explica:

 

Lo que María está viviendo ahora como co-redentora con el Señor Jesús es un anticipo de lo que la Iglesia entera debe vivir. La Iglesia debe ser el signo efectivo (sacramento) de la salvación para todo el mundo. ¡Lo que María está viviendo ahora como madre y modelo es el cumplimiento y la realidad de lo que nos espera a todos! Este "papel salvífico" que ahora ejerce María es el papel de la Iglesia en el mundo. La Iglesia, como Jesús, la Cabeza, debe ascender al Calvario y derramar su sangre en unión con Él para la salvación del mundo. El papel de Mary como madre es prepararnos para este "sí" en el Calvario. —ENDV p. 45.

 

Más aún, cumplimos el mandato del Señor a nosotros en la Cruz: "Esta es tu madre" y la tomamos como nuestra (Jn 19,27). Este es la base en las Escrituras para la consagración a María. Permitimos que María cumpla el mandato que Jesús le dio, es decir, formarnos como hijos (Jn 19,26). Al confiarle nuestras vidas, unimos nuestro "sí" con su "sí" de Nazaret y del Calvario. Al confiarle nuestras vidas, propiciamos la venida del Espíritu y hacemos posible el nuevo Pentecostés». —TSBSC p. 70.

El Padre Kosicki en su libro, Guerra Espiritual, explica en detalle la guerra total del diablo contra estos tiempos y nos da la armadura necesaria para resistir el mal que nos arremete. Dios ha elegido a María para derrotar a Satanás. A través de nuestra consagración, María quiere hacernos inmaculados como ella. San Pablo, en su carta a Efesios 5,27, escribe: «quiso para Sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada». María quiere equiparnos con las armas de humildad y pureza para derrotar a Satanás. Dios se revela a los puros y sencillos de corazón; ¿Qué tan importantes son estas virtudes para nuestro crecimiento en la santidad? El Padre Kosicki elabora este punto diciendo:

 

Ella nos enseñará y nos llevará a estar con ella: sin pecado, en santidad, y nos preparará para la batalla victoriosa de la Cruz, ¡tal como preparó a Jesús! Ella nos llevará a su docilidad a la voluntad del Padre, a su humildad, a su obediencia, a su perdón y a su amor que transformó el sufrimiento en salvación. Necesitamos inscribirnos en su escuela de santidad confiándole nuestras vidas por medio de la consagración. Por la consagración, permitimos que María cumpla los planes del Señor para ella y para nosotros. —GE  p. 17.

 

Nuestras familias y nuestra comunidad deben estar marcadas por el AMOR, pero no cualquier tipo de amor, sino el amor que Jesús y María nos revelan en la Cruz. A menudo se plantea una preocupación con respecto a la cantidad de actividades que tenemos. ¡NUNCA podemos convertirnos en una comunidad de grandes actividades, sino en una comunidad anclada en amor a Dios y amor al prójimo! Debemos vivir nuestra consagración ayudándonos mutuamente a llevar nuestras cruces y permitiendo que nuestra Madre nos guíe a través del camino del Calvario, como lo hizo con su Hijo. Este es el ÚNICO camino que conduce al cielo y a la santidad. ¡Debemos ser una comunidad de SANTOS QUE FORMAN SANTOS!

Quisiera terminar mi carta con las palabras de Jesús a Conchita sobre el tipo de amor que Él desea:

 

Dame amor de esta clase, dame almas que me amen en el dolor, que se gocen en la Cruz; de este amor está sediento mi corazón; quiero amor puro, amor expiatorio, amor desinteresado, amor sólido el cual casi no existe en la tierra, y sin embargo es el verdadero, el que salva, el que purifica y el que Yo exijo en mis mandamientos. A Mí no me satisfacen otros amores de oropel; todos ellos vanos, ficticios y aún culpables; sólo los que te dejo explicados. —Diario, p. 154.

Mi amor está crucificado,

 

Lourdes.

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