La consagración a la Virgen María en la comunidad de Amor Crucificado es una preparción necesaria para el Calvario y después, Pentecostés. Nos estamos preparando para participar con María en la batalla, viviendo como almas víctimas para propiciar un nuevo Pentecostés.
Esto coincide con la Beata Conchita y Santa Faustina. El Señor desea levantar grandes santos para estos tiempos decisivos.